02 de febrero de 2022 - Carlos Enrique Tun Quintal
¿Cuándo fue la última vez que pensaste en ti por un momento?
Siempre que iniciamos el día ponemos en uso la mente y esta pequeña, pero gran máquina puede generar pensamientos constantes de forma automática e irreflexiva, y son tantos los estímulos que nos dispersan y hacen que nos olvidemos de nosotros mismos, generando que vivamos en un estado de desconexión y en ocasiones de focalizar la atención en los propios pensamientos, emociones, en las sensaciones corporales, en la respiración o en el ambiente que nos rodea.
Entonces, ¿qué tan bueno sería el mindfulness y cuáles son sus beneficios en estos casos? En este contexto, se refiere principalmente a la idea de concentrarse en el momento presente, con el objetivo de desarrollar la capacidad de ser conscientes del mundo que nos rodea, así como de nuestras pautas y hábitos de comportamiento. El mindfulness persigue una atención del momento actual; reconocer nuestros pensamientos y aceptarlos sin juicios.
Pero ¿cómo empezar esta práctica? La respuesta es simple, respirar. Lo hacemos unas 20.000 veces al día aproximadamente, pero hasta hace poco algunos de nosotros no le prestábamos mucha atención a esta función corporal automática. La forma en que respiramos nos impacta a un nivel celular impresionante.
“El aire es tu alimento y tu medicamento”, decía Aristóteles.
Un ejercicio de respiración que puedes practicar para comenzar esta conexión contigo mismo es:
1. Estírate boca arriba sobre una superficie estable y rígida, a poder ser lo más cercano al suelo.
2. Coloca una mano sobre tu pecho, a la altura de tu corazón, y otra sobre tu vientre.
3. Puedes poner alguna música para meditar o música relajante o bien estar en silencio.
4. Cierra los ojos y empieza a inspirar por tu nariz, tratando de llevar el aire hacia tu vientre, sintiendo cómo este se hincha (respiración diafragmática).
5. Una vez tu vientre se ha hinchado, acaba de llenarte ampliando la capacidad hacia tu pecho también. Hazlo despacio, contando los segundos, aguanta durante 2 segundos la respiración,
6. Comienza a expirar por la boca lentamente durante los mismos segundos que tardaste en inspirar.
Repite este proceso durante unos minutos, hasta encontrar tu momento.
Las primeras meditaciones que realices deberán ser breves para que las puedas realizar fácilmente y experimentes las sensaciones en tu cuerpo y poco a poco, tu mente se acostumbrará a darte ese momento para ti.
Su práctica continuada favorece el sueño nocturno por lo que resulta muy positivo como tratamiento contra el insomnio, pero también al paso del tiempo sentirás como mejora tu inteligencia emocional, ya que esta práctica nos permite afrontar nuestros pensamientos y emociones e interpretar las situaciones con perspectiva, sin juzgar y sin vernos arrastrados por ellos.
Ahora es el momento, ¡tómate un respiro!